domingo, 2 de septiembre de 2007

De cómo distinguir una mujer de un calamar gigante

Ursula Andress obtuvo un 5 en nuestro test

Se puede ver el mar como ese gran desconocido que durante siglos hizo que los grandes filósofos de todas las civilizaciones antiguas creyeran que el Universo entero estaba hecho de agua. Hielo sólido, vapor gaseoso, agua líquida: agua por todas partes. O bien se puede considerar el mar como un charco grande donde remojar las nalgas tras pasarnos la mayor parte de la mañana tostándolas bajo un sol de justicia, y donde se puede intentar sacar con el vaivén de las olas la arena que se ha metido en el ojete mientras estábamos sentados en la toalla.

En esta época estival, muchos son los que con el ánimo de solazarse acuden a la playa para, un mes después, volver a la planicie castellana con la chepa quemada, la billetera huera y el ego al mismo nivel que las ganas de volver al trabajo.

Las mujeres sienten una irrefrenable necesidad de ir a la playa para cumplir un rito, una tradición, una ceremonia milenaria: restregarles a sus amigas que ellas también han ido a la playa, que han ido más días, que están más morenas, más delgadas, y que, además han pillado menos atasco al ir y al volver.

Los peligros de ir a la playa

Entre los varones, los encontramos de dos tipos: los abnegados ciudadanos que cumplen con el rito de ir a la costa a satisfacer el ansia de sus señoras por padecer un melanoma, y los que se arriman a la brisa marina con la intención de arrimar igualmente otra cosa a las hembras que van sin acompañantes masculinos.

Estos últimos se encuentran en más de una ocasión con circunstancias que les llevan, en el mejor de los casos, a la sorpresa. Ellos acuden a las playas con el ánimo de solazarse para, un mes después, volver a la planicie castellana con la chepa quemada, la billetera huera y el ego al mismo nivel que las ganas de volver al trabajo, pero, eso sí, habiendo mojado el churro. Sin embargo, una vez que han pinchado la sombrilla en la arena, descubren horrorizados ciertos especimenes que pululan por las playas españolas que no son fácilmente clasificables en ninguna de las familias definidas por los biólogos.

Aunque ellos esperan encontrar nereidas salidas del océano como visiones cuasi idílicas, lo normal es que, en efecto, tal y como están imaginando, sea harto complicado distinguir si estos especimenes son mujeres o, en el mejor de los casos, calamares gigantes.

Por mis cojones que esto tiene que ser un calamar gigante

Como bien saben nuestros eximios lectores, al macho español no le duelen prendas a la hora de cortejar a cualquier bicho con patas y agujeros; así que, en más de una ocasión, el camino de vuelta a casa desde la costa se convierte en un sinvivir, además de por el atasco, por los remordimientos. ¿Y si me he liado con un calamar gigante? ¿Qué le voy a contar a mi confesor?

Hoy, cuando muchos de esos valientes luchadores, adalides de la virilidad, retornan a sus casas en un renault clio atestado de maletas y chismes y apestado además por las sobras de la comida que llevaron en el viaje de ida, queremos darles la respuesta a esa duda que les atenaza, les subyuga y les martiriza: por fin van a saber si han folgado con una golfa o con un ser salido de La Divina Comedia.

Para identificar correctamente un espécimen del cual no se sabe si pertenece al género femenino de la familia de los humanos, o a la familia de los architeuthis dux, bastará con pasar el sencillo cuestionario que les proporcionamos a continuación. En cada uno de los apartados se le indicará una puntación que deberá ir contabilizando para, finalmente, obtener una muy buena aproximación con el resultado final. Recuerde que no existe la certeza absoluta sin hacer un estudio pormenorizado del ADN del animal, pero por lo menos tendrá un buen acercamiento en el que basarse.
  • Las mujeres tienen la necesidad perentoria de ir a tomar el sol a la playa en verano. Un verano sin playa es como un árbol sin hojas y sin fruto. Si le dijo que había ido a la playa a tomar el sol, súmele 2 puntos. Si le dijo que había quedado accidentalmente varada en la playa por culpa de una marea que le había pillado mal, súmele 1 punto.
  • Las mujeres creen que cantan bien. TODAS lo creen. Habrá alguna que no lo reconozca abiertamente, pero en lo más profundo de su ser tiene el firme convencimiento de haber nacido para el cante, pese a que tenga el oído de un lemur y la garganta de una rata. Si el ser con el que tuvo ayuntamiento carnal le dijo que canta bien, súmele 3 puntos. Si le dijo que canta, súmele 2. Si no era capaz de hablar, sume 1 punto.

¿Amor de verano o grave error? Con nuestro test lo sabrá


  • Un calamar gigante puede llegar a medir 18 metros y pesar más de 1 tonelada. No se conoce el límite de peso de las mujeres, aunque hay marineros que afirman haber folgado con mujeres de más de 400 kilos. Lo más recomendable es que lleve usted siempre una báscula industrial a mano, y pese disimuladamente al espécimen. Si pesó menos de 500 kilos, sume 2 puntos al cómputo global. Si pesó más de 500 kilos, sume 1 punto.
  • Una mujer suele tener un máximo de 2 pies, con tobillos de tamaño variable. El tobillo medio sería el tipo "tobera de 747", aunque puede llegar sin problemas al "pilar de carga del acueducto de Segovia". Si el espécimen tenía un número de extremidades menor o igual a 4, sume 2 puntos; si tenía 5 o más, sume 1 punto.
  • Mujeres y calamares se distinguen fácilmente por el acabado. Mientras que en uno de los casos la piel es suave y lisa al tacto, es lampiña, sedosa y huele bien, en el otro, si se han dejado el epilady en casa, uno no sabe si está tocando una pantorrilla o el culo de un gorrino. Si el espécimen presentaba hojarasca, sobaca mora o piernas de leñador canadiense, sume 2 puntos; si tenía piernas de ciclista o no tenía piernas, sume 1 punto.

Vamos ahora a cumplir con el desagradable deber del recuento:
  • Si el resultado va de 0 a 5 puntos, debiera haber huido de inmediato al verla. Lo más seguro es que haya pasado la noche con un ser venido de los más profundo del piélago oceánico. Recuerde para futuras ocasiones que el alcohol suele jugar malas pasadas.
  • Si el resultado va de 5 a 10 puntos, has obrado sabiamente. En el peor de los casos vas a tener un hijo que en lugar de brazos y piernas se va a sostener sobre media docena de tentáculos que le saldrán directamente de la cabeza. Pero recuerda que quien no arriesga no gana.
  • Si el resultado es de 11 puntos, recibe nuestra más sincera enhorabuena: te has liado con una genuina golfa, y sólo has tenido que quemar la cartera, los pies, y el culo.

Queridos niños: espero que hayáis pasado unas buenas vacaciones (lo cual implica haber tenido vacaciones) y que no os hayáis liado con ningún calamar gigante. Yo por mi parte me he quedado encerrado en casa matando calamares feos en el Resistante Fall of Man.

6 comentarios:

  1. Mis vacas empiezan ahora! Calamares hay incluso por la calle...

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  2. Eres un verdadero profeta de Mandril... genial!!!

    La verdad es que habiendo ido a Japón y viendo el percal allí... la vuelta ha sido un duro choque... quien lo iba a decir.

    Mejor calamar gigante que golfa cargante. Gastas menos, no tienes que aguantar tantas quejas y encima cuando se acaba la relación te lo puedes comer con ali-oli... puedes hacer eso con una hembra humana?

    Pues no, así que son todo ventajas.

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  3. ¡Grandísimo!
    Me he quedado sin palabras. Si más de uno hubiera hecho este test a su debido tiempo, se hubiera ahorrado tremendos disgustos...

    ¡y no hablo por mi, eh!??

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  4. No sabia que los calamares gigantes fueran algo tan comun...

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