Un mes sin Fórmula 1 es mucho tiempo. Sí, cuando acaba la temporada pasan bastantes más hasta que comienza la nueva, pero, estando en lo que se supone plena vorágine deportiva, 4 fines de semana son como 4 puñales que se clavan en el pecho. Y ver a los equipos estar como quien dice probando al lado de casa y no ir a verlos es como estar enamorado y ver a la amada yendo de parranda con otro.
El fin de semana deportivamente hablando comenzó animado ya desde su comienzo. Pese a que Ferrari le había sacado a sus rivales (o mejor dicho, a su único rival) cerca de un segundo en los entrenamientos de la semana anterior, tanto en los libres del Viernes como en los del Sábado los McLaren de Hamilton y Alonso iban no uno, sino tres pasos por delante de los demás. Incluso BMW-Sauber le mojó la oreja a Ferrari, marcando mejores tiempos.
Todo pintaba bien para que el piloto local. Un público entregado, que vestía camisetas de Mercedes, gorras de Renault y calzoncillos dignos de Homer Simpson, aullaba en las gradas cada vez que pasaba una de las balas de plata. Distinguir al negro del blanco, cuando ambos llevaban puesto casco, era una labor de lo más complicada, máxime cuando se llevan un par de litros de cerveza encima. La clasificación debía ser un paseo, puesto que, al más puro estilo Fraile (que ya dijo en su momento que el chasis de Ferrari le daba 10 caballos más al coche), Antonio Bobato aseveró que la grada repleta de asturianos le iba a dar al Mercedes del orden de 10 caballos más.
Sin embargo la cosa fue más del estilo de "Massa jode el día de Alonso". El público español, tan dado a la jarana, quedó enmudecido cuando en la lucha (que a la vista de las paradas en carrera se vio que era de igual a igual) entre Alonso y Massa se zanjó con una apretada victoria para el brasileño.
Nadie se acordó entonces de ese chaval inglés, debutante, que en la primera de sus 2 vueltas de clasificación marcó un meritorio 1:22:231. Viendo que con ese tiempo no marcaba la pole, tuvo una conversación con su box que fue algo como:
Hamilton: ¿Cuánto tengo que mejorar?
Ingeniero de pista: Tienes que encontrar 3 décimas.
¿Adivinan cuánto tiempo encontró? Echen cuentas ustedes mismos, puesto que en la segunda vuelta, un rookie de 22 años que ya había hecho lo imposible en su primer intento, marcó 1:21:785.
Por supuesto, para los amantes de las estadísticas, el hecho de que Massa haya hecho 3 poles consecutivas no es más que una anécdota de mal gusto (y eso contando con que en Australia tuvo problemas en la clasificación cuando había sido el más rápido hasta ese momento). Y es de mal gusto porque, con lo mal que nos cae Massa a todos, ¡tiene que ser una anécdota por narices! Ya le cogimos ojeriza a Trulli en su momento, luego a Fisichella, y, ahora, para rizar el rizo, le vamos a coger la misma ojeriza a Massa, a Raikkonen y a Hamilton. Huelga decir que a Schumacher (léase
Chumaker, por favor) le teníamos ojeriza desde siempre, que no es novedad, pero ahora le echamos de menos, por aquello de que somos tan guays que a nosotros nos gustan los pilotos de Ferrari cuando están jubilados, como Schumacher o Lauda, o muertos, como Gilles Villeneuve (sí, el padre del tío ese que ha sacado un disco).
¿Pensarán ustedes que nos íbamos a librar del consuetudinario comentario del gordo baboso diciendo que Massa es un piloto mediocre al comienzo de la carrera? ¡Pues por supuesto que no! Era evidente que Massa iba a pifiar.
Cuando estaban "
todas las cámaras preparadas para inmortalizar el adelantamiento de Alonso a Massa", lo único que se vio fue a un Alonso que, sí, salió impecablemente e hizo lo imposible por adelantar, pero que se quedó sin pista para alargar aún más la frenada a Massa. Y, si no hay pista, no hay sitio por donde pasar, y la física nos dice que dos cuerpos no pueden estar en el mismo sitio en el mismo instante de tiempo. Esto, que parece obvio, es cosa de ensoñación para los periolistas españoles, y no voy a comentar nada más del asunto.
A partir de aquí, visto que no hubo adelantamiento en la primera curva, vino lo previsible: una auténtica y genuina bosta de carrera. Montmeló, junto con el de Hungría, son los 2 circuitos más insulsos que se puede uno echar a la cara. Ni un solo punto de adelantamiento, ni una sola posibilidad para que gane otro que no sea el que tiene mejor coche.
Es triste que lo poco de lo que se pueda hablar los comentarios de ese prócer de la deportividad y la objetividad periodística que nos deleita cada Domingo, cuando, lleno de valores cristianos, pidió a los telespectadores que rezaran lo que supieran para que Alonso pudiera subir al podio. Poco tardaron en ser oídas sus plegarias, puesto que Raikkonen abandonó poco después.
Y no, no hubo nada más entre los 3 primeros hasta el banderazo a cuadros.
Tras una entrega de trofeos en la que a alguno se ve que le habían metido un palo de escoba por el recto, en la rueda de prensa Alonso volvió a tirar de esa imagen de pobre chico español, que había prácticamente salido de las minas de hulla asturianas, que con denuedo y resolución se había forjado a sí mismo como un humilde paladín del deporte del motor, y que ahora veía amenazada su integridad por algún desalmado encantador que le tiene ojeriza. Quizás tocó la vena sensible de alguien en la rueda de prensa de Mónaco 2003 cuando Ralf Schumacher le obligó a doblarle por el exterior en el túnel, pero, lo que es ahora, con 2 mundiales a sus espaldas y contratos multimillonarios, parece más una pataleta de niño malcriado que un alegato por la limpieza deportiva. Por cierto, creo que Bobato sigue esperando a que digan que los comisarios están investigando el intento de adelantamiento. Y más, por lo que a mí respecta, las sandeces de Bobato y del orondo sandio no tienen ningún interés, pero que un señor como Pedro de la Rosa diga que Alonso tenía la posición tomada yendo en paralelo me parece, cuando menos, absurdo. Si quiere conseguir apoyo entre la afición española, me parece algo de lo más loable, pero ese no es el camino.
Queridos niños, tercera pole y segunda victoria consecutiva de Massa. Y ya leeremos mañana los titulares del Marca. Y es que, como dijo mi buen amigo Jorge:
Esto no es como Oliver y Benji, donde al final siempre gana el que yo quiero.
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