F1: GP Japón 2007
Este es uno de esos fines de semana de Gran Premio en los que te sientes como si acabaras de salir de un anuncio de compresas. Te levantas a las 6 y media de la mañana de un domingo, día del Señor, te vas al salón intentando no despertar a todo el bloque, y te haces uno con el sofá y la manta pensando que algo parecido debió de sentir Edmund Hillary la noche antes de iniciar la escalada final pero, al contrario que Hillary, nosotros no luchamos contra la altitud, los elementos o la desazón. Nosotros en cambio arrostramos, una vez más, los comentarios de los periolistas de Telecinco, Dios los tenga en su gloria. Así que móvil en ristre, presto para enviar y recibir mensajes de nuestro siempre querido y admirado Carlitos... digo... Malasombra, nos dispusimos ante el televisor para disfrutar del espectáculo.
Hoy sí puedo decir lo que no pude decir en otra ocasión porque podía ser (lógico) motivo de escarnio: no me gustan las carreras con lluvia. Eso de que "llueve para todos" me suena a excusa tan vana como la de "mal de muchos, consuelo de tontos". La lluvia no suele sacar lo mejor de los pilotos, sino que hace que afloren problemas, errores, colisiones y salidas de pista absurdas. A mí no me gusta ver coches haciendo trompos o chocando a final de recta. Si me gustara seguiría la copa Hyundai. Aunque no es mi intención quitar el mérito a los que con lluvia destacan, ni mucho menos, y disfruto como el que más con una lucha por una posición como Dios manda. El hecho de que todos fallen le da aun más valor a lo que hacen los que aciertan, pero la línea que separa el arrojo y la valentía del fallo es tan fina cuando hay agua de por medio, que uno no sabe nunca si el piloto de turno se sale porque va al límite o va al límite porque no da para más.
El sábado ya hubo sorpresas. Obviando que los cuatro de siempre se repartieron los cuatro primeros puestos (por orden: Hamilton, Alonso, Raikkonen y Massa), ver a Heidfeld seguido de Rosberg, Button, Webber y Vettel no es habitual. Décimo clasificó Kubica. Fuera quedaron los Renault, el otro Williams, los Toyota y los demás abonados al vagón de cola.
Al inicio de la carrera todo parecía indicar que íbamos a tener otra carrera en la que iba a subir el piloto del coche de seguridad al podio. Una vuelta. Otra vuelta. Otra vuelta. ¡Pero por el amor de Dios, que se vaya o que paren la carrera!
Pero mereció la pena la espera. Con la carrera lanzada, el negrito ha sacado los genes que lleva dentro y, cual esclavo tratando de huir de la plantación de algodón, no ha dejado que nadie le siguiera. Salió como una exhalación camino de una victoria nada fácil. Tras la primera parada de los McLaren ha quedado claro que se la iban a jugar a una parada, escarmentados quizás por los coches de seguridad de Canadá. Sin embargo, mientras que Hamilton ha salido 3º, Alonso lo ha hecho 8º, y no se ha atrevido a tirar, supongo que por miedo a que al final pasara lo que ha terminado pasando.
En la acera de enfrente, la actuación de los Ferrari ha conseguido sin duda que ver este Gran Premio haya merecido la pena. Tras equivocarse de lado a lado al montar de inicio neumáticos intermedios cuando se avecinaba el segundo diluvio universal, los Ferrari han comenzado la carrera lanzada en las dos últimas posiciones. Cuando ya estaba a punto de acostarme maldiciendo la hora en la que puse el despertador a las 6 de la mañana, el safety se ha metido a boxes y los Ferrari han empezado a correr. Con múltiples salidas de pista incluidas, tanto Raikkonen como Massa han remontado posiciones en el río que recorría la pista cual remeros del Volga. En las últimas vueltas de carrera Felipe ha hecho una última entrada a boxes para saludar a la familia, besar a su novia, y dejar a Kimi detrás de Kovalainen. La lucha por el segundo puesto ha sido lo mejor de la mañana hasta que Massa y Kubica han llegado a la línea de meta dándose de tortas por el sexto puesto. Simplemente increíble.
Acostumbro a ser aséptico al hablar de Alonso por aquello de "si no tienes nada bueno que decir de alguien, mejor no digas nada", pero hoy sí merece la pena destacar algo: tras chocar con el muro y subirse en la moto que le ha llevado a boxes, ha ido saludando al público. Es triste que tenga que decirlo, pero no me lo esperaba. He sufrido un dejá vú al recordar a Schumacher quedándose tirado debajo del puente de Suzuka. En ese momento Schumacher ya sabía que había perdido el mundial, pero se fue saludando. Hoy Alonso también ha perdido el mundial, y también ha saludado.
Por cierto, al ver por "la ventanita" el accidente de Alonso me han venido a la memoria recuerdos de la temporada 2004, donde cada, vez que T5 iba a publicidad, se veía un Renault chocando, saliéndose o explotando.
Los comentarios acerca de Sato y su coche mágico que se enciende y se apaga solo se los dejo al experto.
Esta carrera ha servido para callar muchas bocas, y la primera ha sido la mía.
Primero, mi apuesta personal para dar la sorpresa en Fuji eran los Toyota. Corriendo en casa, habiendo hecho una temporada nefasta y teniendo al hermanísimo con los dos pies fuera y medio testículo asomando por el umbral, pensé que iban a echar el todo por el todo y a intentar puntuar para terminar la temporada a lo grande. Como no podía ser de otra manera, me equivoqué.
Segundo, pensaba que iba a ser la carrera en la que Alonso se pusiera líder. Dije que Alonso no se iba a ir de McLaren porque ganando el mundial, que era lo más previsible, llevar el Nº1 en el coche significaba mucho dinero, y McLaren no iba a permitir que se fuera. Sic.
Tercero, me parecía que Hamilton estaba cada vez más nervioso y descentrado. El que viera la carrera ya sabe que no podía estar más errado. Se me vienen múltiples adjetivos para definirlo: eximio, soberbio, sublime, Mc-anífico.
Tenía previsto desde el sábado dedicar unas líneas para ensalzar la carrera de Vettel y, aunque a última hora he dudado, creo que se lo merece. De probador de BMW, y de puntuar en su primera carrera ha pasado a pelearse con un Toro Rosso, con un Vitantonio Liuzzi que le estaba ganando la partida mano tras mano. Y sin embargo en Fuji, con la lluvia en la visera, Vettel se ha destapado. Podría haber sido un fin de semana para enmarcar, digno de entrar en los libros de historia del automovilismo como una de las mayores gestas realizadas por un humilde (del estilo de la de Fisichella con el Jordan en el GP de Brasil del 2003). Pero la cagó. Tras colarse entre los 10 mejores en la clasificación del sábado y realizar un comienzo de carrera impecable, en una salida del coche de seguridad, yendo tercero tras Hamilton y Webber se ha llevado puesto al australiano. Llora, hijo mío, llora, porque con esa maniobra no sólo te han penalizado 10 puestos para la siguiente carrera, sino que has perdido un volante competitivo para el año que viene.
Queridos niños: si dijera que el mundial está sentenciado la semana que viene veríamos a Hamilton salirse y romperse una pierna así que, por el bien del deporte, voy a callar.
[Actualizado]
No se pierdan coches trompeando, destrozados y ardiendo en el flamígero análisis de la carrera de El Anaconda.
Una foto de Luca di Montezemolo digna de poner de fondo de escritorio junto con comentarios agoreros, racistas y malintencionados, en nuestro siempre querido Malasombra.