jueves, 25 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Natividad

“La Natividad”
Jacob de Backer (1555 - 1585)

jueves, 18 de diciembre de 2008

De los coches italianos, la música italiana y unos recuerdos varios

Venus Botticelli

Allá por los inicios del 2007, hubo un anuncio del Fiat Bravo de esos que a mí tanto me gustan. Venía a decir: aquí tienes un coche italiano, y está hecho para zumbarle. Nada de mariconadas sobre el Euroncap, nada de subtítulos donde reza "rodado en circuito cerrado por especialistas" cuando se ve a un tío yendo a 30 por hora por un paisaje de la campiña francesa, nada de mensajes sobre lo cómodos que van a ir los niños en las plazas traseras, y nada de estribillos de la Oreja de van Gogh de fondo. Cierto es que no creía que la canción que acompañaba al anuncio en cuestión mereciera estar en los anales de la música, pero acompañaba con acierto el mensaje de un anuncio que me parecía (y me parece) francamente bueno. Además, ¿he dicho alguna vez que me gustan los coches italianos, y más si son rojos?


De acuerdo con que no es el Back in Black ni el Concierto para piano nº2 de Rachmaninoff (prometo un regalo para el que averigüe de dónde proviene esta obtusa referencia), pero las cosas se ven y se oyen de manera diferente cuando llevan a cuestas una pesada carga emocional.

La canción, titulada Meravigliosa Creatura, es de Gianna Nannini, que, para más escarnio, es hermana mayor de Alessandro Nannini, el piloto que fue declarado ganador de la famosa carrera de Suzuka 1989, donde Senna y Prost chocaron en la chicane mientras se disputaban el mundial. Aunque Prost abandonó, Senna entró a boxes, cambió el alerón delantero y aún tuvo tiempo para adelantar de nuevo a todos los que llevaba por delante y acabar el primero (con lo que hubiera ganado el mundial). Pero Senna fue descalificado porque los jueces consideraron que se había saltado la chicane, y la victoria se la adjudicó precisamente Nannini (la única de su carrera), a bordo de un Bennetton.

Basándonos en mis habituales desvaríos y mi proclividad a la dispersión, seguro que muchos se están preguntando a qué narices vengo yo a contar todo esto ahora.

Justamente hace un año, cambié mi vida. Quizás debería decir que entonces pasé a mejor vida, pero ya sabéis que no acostumbro a mentir, y no es este el sitio ni el momento para tratar si hice bien o mal.

No miento cuando digo al recordar mis últimos días en SIA que nunca imaginé que iba a echar tanto de menos a los que fueron mis compañeros y siguen siendo mis amigos. Los mismos que me mandaron a Maranello con una gentil patada en el culo. Los mismos que sigo teniendo presentes en mi memoria cada día que pasa.

Tal día como hoy andaba detrás de un camión por la carretera secundaria que une Bolonia con Módena, con los ojos preñados de lágrimas convencido de que tenía unos amigos y compañeros que no me merecía, viendo caer copos de nieve sobre el parabrisas y escuchando una emisora de radio cualquiera. No sé si es un dato conocido, pero en las emisoras de radio italianas suelen hablar en italiano y, además, poner música italiana. Esto viene a que, estando como estaba arrebatado por las circunstancias, comenzó a sonar la canción de marras en la radio. Pero no era la versión del anuncio (que por lo visto no es la original), sino la otra, la movidita.

Con esta historia espero haber despejado el porqué de este post, el porqué de que escuche la canción, y el porqué de que, de nuevo, se me vaya el santo al cielo al escucharla.

Queridos niños: no tiene esta canción más gracia que la que cada cual quiera darle, y, aunque los recuerdos que se me vienen a la memoria cuando la escucho son difíciles de explicar, no son difíciles de compartir.

Hacía mucho que no escribía nada que me saliera de dentro porque no tengo la cabeza (ni el alma) en buena disposición, pero creo que sigo en deuda con mucha gente, y, aunque no es mi intención saldarlo con un triste post, sí quiero dejar constancia de que os tengo presentes.

Dicen que la distancia es el olvido, pero puedo afirmar con conocimiento de causa que no es cierto.
Por tres cosas es lícito que llore el varón prudente: la una, por haber pecado; la segunda, por alcanzar perdón dél; la tercera, por estar celoso: las demás lágrimas no dicen bien en un rostro grave.
Cari amici, mi mancate. Os echo de menos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

De John von Neumann, la conducción agresiva y cantar mientras se conduce

Ferrari weird crash


John von Neumann era un conductor agresivo y aparentemente temerario. El total anual de reparaciones por accidentes sumaba aproximadamente el precio de su coche. Un cruce en Princeton tenía el sobrenombre de "la esquina de Von Neumann", debido a todos los percances automovilísticos que allí tuvo. Entre sus papeles personales se guardan memorias de accidentes y detenciones por exceso de velocidad. El 16 de noviembre de 1950 Von Neumann tuvo un accidente que supuso arreglos sin importancia en la chapa. El 23 de octubre de 1951 se le multó con diez dólares por una infracción de tráfico. El 19 de mayo de 1953 fue detenido por exceso de velocidad en la autopista West Side en Nueva York. El 15 de julio de 1953, apenas dos meses después, alcanzó a un coche aparcado, dañando su puerta, en Santa Mónica.
[...] Cuthbert Hurd, por entonces director del departamento de ciencias aplicadas de IBM, me comentó que el problema de Von Neumann tenía más que ver con el canto que con el alcohol: giraba el coche a un lado y a otro, moviendo el volante al compás de la música. Cuando Von Neumann condujo hasta las oficinas de IBM en Poughkeepsie, Nueva York, fue citado judicialmente varias veces por infracciones de tráfico en la ciudad de Nueva York; mandó las multas a IBM, que tenía una oficina en el bajo Manhattan situada, muy convenientemente, cerca del Ayuntamiento.”

— William Poundstone, El dilema del prisionero.


Queridos niños: hablábamos hace poco de la conducción colérica. Como vemos, nada tiene que ver con la conducción musical. Sólo os pido una cosa: si bebéis estas Navidades, no cojáis el coche.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Cita: Sobre sonrisas y demás

Buster Keaton


“Conozco múltiples formas de mostrar que estoy contento, pero ninguna de ellas es la sonrisa”

Buster Keaton (1895-1966)


domingo, 7 de diciembre de 2008

De vaqueros, físicos, y un par de historias no relacionadas

Cowboy duelEsta semana tuve, por razones que espero explicar en otro post (que intentará servir de disculpa, pero no de descargo), vacaciones hasta el jueves.

Vacaciones difusas; en primer lugar porque no acudí a aquello que originó que las pidiera (haciendo un feo que será difícil de enmendar, por mucho post que escriba al respecto), y en segundo porque estuve malo la mitad de los días (sufro el conocido por los médicos como "síndrome Ventura", consistente en enfermar cada vez que tengo vacaciones a la vista).

Pero no todo hubieron de ser malos momentos. Aproveché para ir a saludar a una amiga de la Universidad. Y digo saludar cuando debiera estar hablando de una visita cuasi-profesional, pero creo que mis lectores ya saben sobradamente que lo más profesional que he hecho en los últimos 2 años han sido las fotos del Martini Legends, y eso contando con que el 99% de las fotos fueron obtenidas con el famoso método de "bombardeo por saturación".

Disfruté de más de una hora de animada charla hablando de lo divino y lo humano, el pasado, el presente y el futuro de la formación universitaria en España, y de más cosas que quedarán en el secreto de sumario.

No recuerdo muy bien cómo siguieron los derroteros de la conversación, pero, para variar, desde la crisis que tenemos encima acabamos hablando de George Gamow y de la mutua afición de ambos por su libro por excelencia, la Biografía de la Física que ya mentamos aquí al hablar del sentido del humor de Niels Bohr y del conocido como Efecto Pauli.

El caso es que mi amiga (me tomo la licencia de tratarla como tal) recordó entre risas una de las muchas anécdotas que cuenta Gamow sobre Bohr: la de las pistolas. Mi cada vez más enjuta memoria volvió a dejarme en evidencia, porque no hace ni un mes que acababa de releer el libro y, sin embargo, no la recordaba.

Llegamos a sacar el libro para buscar el pasaje en cuestión que, aunque no lo encontramos en su momento, es este:

La afición de Bohr a las películas del Oeste se tradujo en una teoría desconocida para todos excepto para sus conocidos de cine [compañeros con los que iba al cine] en aquel tiempo. Todo el mundo sabe que en las películas del Oeste (al menos en el estilo de Hollywood) el pillo dispara en seguida, pero el héroe es más rápido y siempre mata al bribón. Niels Bohr atribuyó este fenómeno a la diferencia entre las acciones deliberadas y las acciones condicionadas. El bribón ha de decidir cuándo ha de echar mano de la pistola, mientras que el héroe dispara más rápidamente porque actúa sin pensar cuando ve al bribón echar mano de la pistola. Todos discrepamos de la teoría y a la mañana siguiente el autor [George Gamow siempre se trataba a sí mismo como "el autor"] se fue a una tienda de juguetes para comprar un par de pistolas de cowboy. Nosotros disparábamos sobre Bohr, que hacía de héroe, pero él nos mató a todos.

Queridos niños: ¡Y yo pensaba que me lo pasaba bien en el trabajo! ¿Cuántos de nosotros hemos acabado pegándonos tiros con pistolas de juguete para demostrar una teoría? Yo estoy deseando que surja la oportunidad. Y, si hay que hacerlo con las pistolas cargadas, por mí que no quede.

martes, 2 de diciembre de 2008

Habemus Violeta

baby

¡Felicidades a Félix y a Esther!

Violeta, Welcome to the jungle!