Mónaco, el lugar donde las mujeres vencen a la cordura, ondean su pelo al viento yendo de copiloto en deportivos descapotables, y vacían las carteras ajenas sin remordimientos. El principado en el que un rey con vista decidió que los ricos necesitaban un sitio donde comparar el tamaño de sus yates sin que los pobres les miraran mal.
Una vez al año las calles monegascas cambian por unas horas el olor a tarjeta de crédito y perfume caro por una amalgama de fragancias mezcla de lo que se viene a llamar las cinco Ges: gasolina, goma, guardarrail, glamour y... golfas. Un puzzle de ruidos, colores y olores, culminado en lo que antiguamente era la carrera más impredecible del año.
Recuerdo que leí una entrevista a Nico Rosberg en la que decía de Mónaco algo parecido a "Aquí me crié yo. Crecí jugando al fútbol con los amigos cerca de Loews, y dando paseos por el puerto con mi padre". Es cachondo el menda. Y qué humilde, además. Lo decía con cariño, como cuando un tío de las Barranquillas te cuenta dónde aparcaban los coches robados los yonquis, o el día que salió en la tele cuando los de Callejeros le hicieron una entrevista. Quizás por impresionar a sus amigos del fútbol Rosberg marcó los mejores tiempos en los libres del jueves. Quizás por impresionar a su padre a partir del sábado se dedicó a pasearse por el puerto.
Dicen que sin la pole no se puede ganar en Mónaco, y es cierto, pero no es menos cierto que la pole no asegura nada. 78 vueltas en un circuito en el que las escapatorias se sustituyen por muros de metal pueden arruinarle la pole a cualquiera. Con eso de la aerodinámica de juguete y la falta de control de tracción, cualquiera hubiera pensado que la clasificación (y la carrera) iba a convertirse en la catarsis de las guascas, pero, oiga, aunque algunos comentaristas no se lo crean, estos tíos son los mejores pilotos del mundo.
Por eso, aunque Hamilton acabara contra el muro en la bajada de Mirabeau, o precisamente porque él fue el único que acabó en la grúa (dejamos el besito de Massa en la Q1 en un mero chiste), me vuelvo a descubrir ante esta panda de locos capaces de pasar rozando un guardarrail a más de 200 kilómetros por hora y volver a acelerar buscando la siguiente curva.
La clasificación del sábado puso de nuevo en todo lo alto a los Brawn, con Raikkonen entre ellos. Primero Button, luego Kimi, Barrichello, que celebraba su cumpleaños (37 castañas), y, sorprendiendo con su más que exigua carga de gasolina, Vettel, que se quejó amargamente de que Nakajima le había fastidiado la vuelta. Quinto se coló Massa, seguido de Rosberg (que volvió a ganar el premio al mejor peinado), Kovalainen y Webber, octavo. Noveno y décimo fueron Alonso y Nakajima, que llevaban tanta gasolina encima que cuando fueron al pesaje de la FIA más de uno pensó que pretendían sacar vino del Piamonte de estraperlo. ¿Quién iba a pensar que ir cargado podría ser la mejor opción estratégica para correr en Mónaco? ¡A mí no me miren!
El domingo crucé todos los dedos que podía cruzar (que son alguno menos de los 20 previsibles). Si a Raikkonen la funcionaba el Kers como debía, era posible que adelantara a Button en la salida. Y colocarse primero en el primer paso por Santa Devota es tener media carrera en el bolsillo.
Pero claro, como decía el Chapulín Colorado, ¡no contaban con mi astucia! El que ganó posición no fue Raikkonen, sino Barrichello.
Rápidamente los Brawn tomaron las de Villadiego. Kimi quedaba en tierra de nadie, a 15 segundos de la cabeza, y le seguía en la lejanía un Vettel que montó un trenecito precioso, con Massa, Rosberg, Kovalainen, Webber y Alonso en emulando a los monoplazas de GP2.
Al que no le gustó mucho el trenecito fue a Massa, que perdía tiempo con la cabeza como quien tiene la lavadora rota: a chorros. Desesperado detrás de Button, al final se tragó la chicane de la salida del túnel. Aunque la idea era sólo dejar recuperar la posición a Vettel, se le coló también Rosberg antes de Tabac. Pírrico resultado para tan buena voluntad.
Mientras tanto Barrichello, según contó en la rueda de prensa posterior, se quedó sin ruedas traseras. De tanto ir pegado a Button perdiendo apoyo en el eje delantero acabó por destrozar las traseras. Raikkonen le alcanzó, pero, como siempre, era imposible adelantar.
Con las paradas de Vettel y de Rosberg prácticamente se acabó la carrera. Massa recuperaba el tiempo perdido hasta colocarse a cola de Raikkonen, y por detrás se montaba otra de esas carreras de monitor de tiempos. No voy a entrar en detalles porque a buen seguro el Anaconda lo hará mucho mejor que yo, pero una cosa es clara: como decía Fraile, la Formula 1 sigue siendo un deporte de ajedrecistas.
Otra vez, los Brawn y su "ilegalidad permitida" (Lobato dixit) han confirmado que no sólo hace falta un buen coche para ganar. Aunque algunos piensen que un difusor da o quita razones victorias, el viejo y avezado Sr. Brawn pertenece a un linaje de ganadores que no se detienen en minucias. ¿Se acuerdan del tío que quedó segundo en la carrera de cuadrigas de Ben-Hur? Ben-Brawn, un antepasado de Ross Brawn, sin duda.
Algunos lo habrán olvidado, y otros ni siquiera habían nacido (deportivamente hablando) cuando Ross Brawn y un tal Michael Schumacher montaban estrategias de cuento de hadas. Sólo a alguien muy avezado en esto de montar estrategias se le hubiera ocurrido ganar en Francia con una estrategia de cuatro (¡cuatro!) paradas. Pero no era algo premeditado. La estrategia en una carrera de F1 es como el sexo: uno tiene que adaptarse a lo que vaya surgiendo, y, si no funciona lo previsto, lo mejor es buscar otros caminos.
¿Os acordáis de cuando Schumacher y Hakkinen se engañaban mutuamente? ¿Aquellos tiempos en los que todo el plantel de mecánicos de Ferrari salía de su box esperando que entrara el coche a repostar, para luego saludar al respetable y volver a meterse sin haber apretado ni una tuerca? Todavía recuerdo cuando en Ferrari paraban 3 ó 4 vueltas antes de tiempo para engañar a los rivales. ¿Quién podía calcular cuándo iba a hacer la segunda parada un tío que rodaba en tiempos de clasificación con gasolina para 4 vueltas más? Pues sí, un heptacampeón del mundo, retirado, con un caballero en el muro que, a día de hoy, sigue ganando carreras.
El que siga creyendo que los Brawn ganan por un difusor que ya les ha copiado media parrilla, que se vaya a ver el tenis. Las carreras se ganan en la fábrica, en la pista, y en el muro.
Alonso perdió cualquier posibilidad de ganar una posición sin que intervinieran los abandonos por culpa de una estrategia penosa en origen, inadaptativa y, francamente, bochornosa. ¿Treinta vueltas atascado detrás de un Force India y a nadie en Renault se le ocurre cambiar la estrategia? ¿Pero qué esperaban? ¿Que se cruzara un dodo por la pista?
Los tíos que hacen las estrategias de hoy en día son unos vulgares. Hacer la misma estrategia que el que llevas delante, en el mejor de los casos, va a hacer que quedes detrás del que llevas delante.
Pero bueno, el caso es que, a falta de competencia subido a un coche, Button se quedó con ganas de correr (aunque también sin competencia), así que en vez de llevar el coche hasta el podio prefirió dejarlo en el box y pegarse una carrerita para saludar a Alberto de Mónaco con la lengua fuera.
Además de la victoria de Button, hay que aplaudir otras carreras que, a mi juicio, han sido especialmente buenas, y más considerando los medios con los que contaban: Bourdais y Fisichella no sólo acabaron en la misma vuelta que el ganador, sino que anduvieron en puntos durante buena parte de la carrera. Y todo sin difusores, sin Kers y sin zarandajas: sólo manos, pies y una buena estrategia.
Por la parte que me toca, Ferrari sugirió en Barcelona (hay que reconocer que con poco éxito) que estaban en el buen camino; hoy parece que lo confirman.
Como siempre, para saber qué pasó de verdad, nNo os perdáis las crónicas y análisis de los colegas bloggeros de F1, que están enlazados ahí a la derecha.
Ah, casi se me olvida... ¡Son todas golfas! Y qué gusto me da oírlo y decirlo.
La clasificación final:
Posición | Nº | Piloto | Equipo | Vueltas | Tiempo | Parrilla | Puntos |
1 | 22 | Jenson Button | Brawn-Mercedes | 78 | 1:40:44.282 | 1 | 10 |
2 | 23 | Rubens Barrichello | Brawn-Mercedes | 78 | +7.6 secs | 3 | 8 |
3 | 4 | Kimi Räikkönen | Ferrari | 78 | +13.4 secs | 2 | 6 |
4 | 3 | Felipe Massa | Ferrari | 78 | +15.1 secs | 5 | 5 |
5 | 14 | Mark Webber | RBR-Renault | 78 | +15.7 secs | 8 | 4 |
6 | 16 | Nico Rosberg | Williams-Toyota | 78 | +33.5 secs | 6 | 3 |
7 | 7 | Fernando Alonso | Renault | 78 | +37.8 secs | 9 | 2 |
8 | 11 | Sebastien Bourdais | STR-Ferrari | 78 | +63.1 secs | 14 | 1 |
9 | 21 | Giancarlo Fisichella | Force India-Mercedes | 78 | +65.0 secs | 13 |
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10 | 10 | Timo Glock | Toyota | 77 | +1 Lap | 19 |
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11 | 6 | Nick Heidfeld | BMW Sauber | 77 | +1 Lap | 16 |
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12 | 1 | Lewis Hamilton | McLaren-Mercedes | 77 | +1 Lap | 20 |
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13 | 9 | Jarno Trulli | Toyota | 77 | +1 Lap | 18 |
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14 | 20 | Adrian Sutil | Force India-Mercedes | 77 | +1 Lap | 15 |
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15 | 17 | Kazuki Nakajima | Williams-Toyota | 76 | +2 Laps | 10 |
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Ret | 2 | Heikki Kovalainen | McLaren-Mercedes | 51 | Accident | 7 |
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Ret | 5 | Robert Kubica | BMW Sauber | 28 | Brakes | 17 |
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Ret | 15 | Sebastian Vettel | RBR-Renault | 15 | Accident | 4 |
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Ret | 8 | Nelsinho Piquet | Renault | 10 | Accident damage | 12 |
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Ret | 12 | Sebastien Buemi | STR-Ferrari | 10 | Accident | 11 |
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