jueves, 27 de diciembre de 2007

Un viaggio a Maranello: Secondo giorno

¡Alto! ¡Attenzione!
Si vas a ver leer el texto que hay a continuación lo mejor es que antes te enteres de qué va todo esto en la crónica del Primer día de mi viaje a Italia. También puedes ver algunas de las fotos. Todo ha sido posible gracias a mis amigos y compañeros de SIA. ¡Gracias una vez más!
¡Alto! ¡Attenzione!

Siamo qui!!!El lunes no sabía ni dónde estaba, ni a dónde iba, ni de dónde venía. Vinieron amigos a los que no atendí como debían, pero estoy seguro de que sabrán disculparme. Cuando pedimos la cuenta en el museo del jamón y vimos que se habían ingerido la nada despreciable cantidad de 94 cañas (sic), amén de otras bebidas no espirituosas, todavía no había asimilado que al día siguiente debía estar en Barajas cogiendo un avión con destino a la tierra de los Ferrari. Es más, a las 12 y media de la noche aún estaba chateando con Sergio acerca de lo que podía ver y las rutas a seguir.

Cuantos me conocen saben que soy poco dado a andar en solitario. Necesito una compañía para ir a cualquier sitio como el resto del mundo necesita el aire que respiramos. Una visita al MediaMarkt en solitario no solo no es divertida, sino que suele ser un mal rato rodeado de gente a la que rehúyo, pero ir acompañado y salir con una compra imprevista me proporciona solaz y regocijo para toda la tarde.

Así que ahí estaba yo, en el aeropuerto Guglielmo Marconi de Bolonia, con el estómago encogido, el alma henchida y la mente obnubilada, presto a recorrer las tierras de la Emilia-Romaña. No engaño a nadie si digo que me las prometía yo muy felices cuando, con mi inglés de Oxford, me dirigí al menda de la ventanilla de coches de alquiler y le pedí uno con navegador. Malamente me debió entender, porque así como le hablé yo en mi mal inglés, presto me contestó él en un perfectísimo italiano que macchina sí, pero que navegador no. Nada de qué preocuparse -pensé yo-, puesto que traigo un mapa que me ha proporcionado Google Maps con el que espero llegar sin problemas a cualesquiera sitios quiera visitar. Con todo, y como mi padre me ha enseñado que siempre es mejor prevenir que curar, me proveí convenientemente de un mapa de Italia centro nord.

Así que ya tenía las llaves (le chiave) de mi Clio, mi mapa y mis irrefrenables ganas de ver Ferraris: todo lo necesario para comenzar mi aventura.

A continuación, queridos lectores, se da puntual cuenta de lo que se me pasó por la cabeza en los siguientes 5 minutos:

  • Norte, arriba. Sur, abajo. Yo, perdido.Parking de coches de alquiler, planta -1, plaza 4. ¿Mi Clio?. Listo. ¿Mi mapa?. Listo. ¿Benzina?. Listo. Andiamo presto! ¡Oh, qué bien va este embrague!. ¿Pero no decían que los italianos conducían mal? Otro mito echado por tierra.
  • Salgamos pues del aeropuerto dirección Módena.
  • Porras, qué carretera más mala.
  • Una glorieta. ¿Dónde voy? ¡Ah, la Autostrada A1! ¡Esa es la que yo tengo que coger!
  • Ahí voy, dirección Nápoles. ¿Pero yo hacia dónde iba? ¿Yo no iba a Módena? Eso es hacia el norte, ¿no? Y Nápoles está... está... ¡hacia el sur!
  • Mejor doy la vuelta a la glorieta, no vaya a equivocarme y me pierda.
  • Cielos, ¿¡de dónde ha salido este!? ¡Qué rápido van aquí en las glorietas!
  • Milán está hacia el norte, así que... vuelta a la glorieta del aeropuerto y cojamos sentido Milán.
  • ¿Pero seguro que yo voy a Milán? ¿Ahí atrás no había una salida con un cartel que ponía Módena, o yo lo he soñado?
  • Mejor volvamos a dar la vuelta a la glorieta.
  • ¿Por qué harán los carteles tan pequeños? ¿Les cobrarán exponencialmente según hagan el tamaño de las letras? ¿¡Y este tío cómo me ha podido adelantar por la izquierda si voy pegado al muro!?
  • Mierda, ya me he despistado. Mejor doy otra vuelta a la glorieta.
  • ¿Qué coño es una Autostrada? ¿Yo no tenía que coger una autopista? ¿Por qué está el cartel de la Autostrada en verde? ¿Pero las autopistas no se ponen con fondo azul? ¿Qué coño significaba el fondo verde? ¿Eso no eran las vías rápidas? ¿Cuándo tengo que renovar el carné de conducir?
  • Mejor doy otra vuelta a la glorieta.
  • Autostrada A1. Definitivamente, es la mía. ¿Voy a Milán?
  • Mejor doy otra vuelta a la glorieta.
  • ¡Ahí pone Módena! ¡Hasta el infinito y más allá!
Efectivamente, como se pueden imaginar, la salida que tomé no era la que debía. Y, sí, al poco de coger la carretera aparecieron para mí los molinos que se le aparecieron a Don Quijote: comenzó a nevar. No copiosamente, pero sí lo suficiente como para acojonarme en una carretera de doble sentido camino de Módena, en la que no sabía ni a dónde iba ni dónde debía ir. Y así llegué a Módena, y comencé a preguntar por la calle donde se suponía debía estar el hotel.

- Scusi, sai dove è la strada Via Circondanciale di san Francesco?
- È qui? Scusi, non so.
Uno, otro, otro... ¡nadie tenía ni idea! Tras una hora dando vueltas por Módena (pasé por delante de las oficinas de Maserati, pero en mi estado de nerviosismo no pude ni sacar una foto), vi el cielo abierto: una comisaría de carabinieri.

Camino de Maranello... MontmelóLo que parecía más una tienda de gominolas que una comisaría albergaba un par de orondos policías tras una ventanilla. Cuando le repetí la pregunta que le había planteado a medio Módena al mayor de ellos sobre dónde estaba la Via Circondanciale di san Francesco me miró como si fuera un pequeño hombrecillo verde y acabara de bajar de una nave espacial. Por suerte pude enseñarle el papel donde llevaba la dirección del hotel y decirle "Vado qui", y todo mientras contenía las lágrimas. Al hombre se le iluminó la cara, y entre gestos de alegría y grandes aspavientos me gritó "Il vostro Hotel è a Fiorano Modenese! Dove se prova gli Ferrari! Questo è Modena!", todo ello acompañado del gesto inequívoco de conducir, moviendo ambas manos arriba y abajo alternativamente como si estuviera pilotando un camión de 16 ejes o batiendo tres docenas de huevos de avestruz, mismamente.

Cuando dijo Ferrari salté mientras gritaba "Si! Sono venuto per verdere gli Ferrari!". Comenzó entonces a explicarme cómo llegar a Fiorano: que si la carretera de Sassuolo, que si caneloni, que si mascarpone, que si così fan tutte... Y yo asintiendo con la cabeza, preso de impotencia, y pensando que en cuanto saliera por la puerta iba a buscar un TomTom.

Así que en cuanto salí de la comisaría, cogí el coche y me puse a buscar una tienda donde pudiera comprar un navegador. Por si alguien no lo sabe, Módena tiene unos 180.000 habitantes y debe venir a ser del tamaño de Albacete (con todos mis respetos para la ciudad de las navajas, pero entre Ferraris y facas yo me quedo con los coches).

Estando en esta tesitura de impotencia, desazón y franco derrotismo, me llamó Rafa. Paré el coche en la puerta de un garaje y casi me echo a llorar. Tras 2 horas en Italia lo único que había conseguido era perderme en Módena. Las calles estaban tan vacías como mi dignidad, y todo sin contar los copos que caían para recordarme que el infierno se acababa de congelar y a mí me había pillado a mitad de camino de ninguna parte.

Vi pasar a una buena mujer con una niña, colgué malamente a Rafa, bajé del coche como si estuviera a punto de explotar y al grito de Scusi! Scusi! le pregunté si sabía dónde podía comprar un TomTom. Por supuesto, se me pasó por la cabeza que ni siquiera supiera lo que era un TomTom, pero San Francisco de Asís estaba de mi lado e iluminó la poca esperanza que quedaba en mi vida.

Frío, más frío, más frío aún y... FerrariLa buena mujer pensó, repensó, y, viéndome con los ojos preñados de lágrimas, tiritando y esforzándome por hablar en un pésimo italiano, me dijo que había una tienda de teléfonos en la que era posible que vendieran navegadores. Cinco minutos después aún estaba intentando darme indicaciones para que llegara. Las lágrimas se iban convirtiendo en lagrimones, y la impotencia en desesperación, porque quitando lo de destra y sinistra yo no entendía nada. Pueden suponer cómo me vería de desesperado sabiendo que me dijo "si aparcas bien el coche te acompaño".

Diez segundos después había aparcado y estaba de camino de la tienda de teléfonos acompañado por esta buena mujer y su hija. La niña estaba gozando como poco, viendo cómo su madre salvaba de la desesperación a un guiri que hablaba italiano como si le hubieran metido una zapatilla en la boca. Cómo se vería de emocionada que me dijo "Io vado a la scuola, per il recitare del natale" (o algo así). La niña estaba emocionada, pero yo me sentí como si estuviera escuchando de nuevo el CD del fascículo 2 del curso de Planeta-Agostini de italiano. Tuve que buscar cómo se decía "buena suerte", pero cuando le dije "buona fortuna" y tanto a la niña como a la madre se les iluminó la cara di por bien pagados los dineros que me costó el puñetero curso que nunca estudié.

Acompañado por la mamma e la figlia llegué a la tienda que estaba cerrada pero que, gracias a Dios, sí tenía sistemas GPS.

Como faltaba media hora para que abrieran, di una vuelta por el barrio para pasar el rato, y me encontré una heladería. ¿Helados italianos? ¡Cómo no! Cuando me vi sentado en una parada de autobús de Módena tomando una tarrina de helado de tiramisú mientras nevaba, supe que todo iba a salir bien.

Y dicho y hecho. Menos de 1 hora después estaba entrando en el hotel, y en menos de 1 hora y media estaba en la puerta del circuito de Fiorano, escuchando el rugido del motor V12 de un 599 GTB en manos de un italiano loco.

Queridos niños: si pensáis que esta sólo habla de sensaciones, sentimientos y mariconadas varias, sabed que la próxima entrega va a ser más de lo mismo, pero incluyendo la crónica de la visita al Museo Ferrari, a la fábrica, y las 2 horas apostado en la valla de la pista de Fiorano viendo pasar coches de ensueño a 10 metros, incluyendo un F1 del 2007, otro F1 de los 90, y un Maserati MC12 de competición.


Puedes seguir leyendo las andanzas por Italia en la primera parte de la crónica del Tercer día del viaje por Maranello.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Un viaggio a Maranello: Fotos varias

¡Alto! ¡Attenzione!
Si vas a ver las fotos que hay a continuación lo mejor es que antes leas de qué va todo esto en la crónica del Primer día de mi viaje a Italia. Todo ha sido posible gracias a mis amigos y compañeros de SIA. ¡Gracias una vez más!


Puerta del circuito privado de Ferrari en Fiorano.

Entrada a la Galleria Ferrari (Museo Ferrari) en Maranello.

Ferrari Enzo (2002).

F2001 (2001).

Sección dedicada a las mujeres en el Museo Ferrari. A la izquierda un 250 GT de 1959.

Reproducción del muro que lleva la Scuderia Ferrari a los GP de F1.

Entrada a la fábrica de Ferrari en Maranello.

F430, conducido por el jefe de pilotos de pruebas de Ferrari, esperando a que cruce indebidamente una vecchia signora para seguir su camino hacia el circuito de Fiorano.

Entrada a la fábrica de Ferrari.

La filosofía Ferrari en todo su esplendor: coches rápidos y mujeres guapísimas. Lástima que yo también salga en la foto.
(Puedo corroborar que las mujeres italianas también son blanditas y huelen bien)

jueves, 20 de diciembre de 2007

Un viaggio a Maranello: Primo giorno

La fábrica de los sueñosAcabo de volver de la casa de Ferrari. Es un sueño hecho realidad. Para mí, que descubrí y me enamoré de los Ferrari cuando salió el F40 (y de eso hace 20 años) es como abrir la caja de los deseos más ocultos y ver que se cumplen todos a la vez. Estar al lado de un Enzo, tocarlo, asomarse al interior y poder ver el motor a través del capó es como verle el refajo a la Bellucci en vivo.

Todo comenzó cuando por azares del destino me dijo un amigo que estaban buscando a un informático en su empresa. Fui a verles, les encajé, y me hicieron una oferta. Sin duda ha sido una de las decisiones que más me han costado tomar en la vida, pero al final les dije que sí. Este lunes pasado era mi último día de trabajo en SIA antes de tomarme los días que aún tenía pendientes de vacaciones.

Lo normal cuando se va alguien es quedar para tomar unas cañas y regalarle un detalle (un MP3, un disco duro o cosas así). Llevaba ya unos cuantos años en esta mi empresa y era consciente de que tenía muchos amigos. Muchos, y muy buenos, además. Pero a mí, que siempre he tenido a la inmensa mayoría de mis compañeros por amigos, y que siempre he querido a mis amigos, nunca se me había podido pasar por la cabeza que pudieran quererme tanto.

El lunes por la tarde, cuando me esperaba una tostadora o algo similar, me sorprendieron como pocas veces me he sorprendido en mi vida: me regalaron un viaje a Italia para visitar Maranello, la ciudad donde está la fábrica y el museo de Ferrari. He estado 3 días inolvidables pasando frío entre Fiorano y Maranello, viendo coches con los que llevo soñando desde que era un niño y aguantando las lágrimas prácticamente en cada esquina.

No he visto ni los vídeos ni las fotos ni nada de la despedida, pero puedo asegurar que estaba en una nube. Esperaban que llorara, pero cuando he llorado ha sido cuando he llegado a Maranello y me he dado cuenta de que esos amigos que siempre he querido me quieren tanto como para mandarme a Italia a ver todo con lo que he soñado desde mi más tierna infancia.

Si alguno no se lo cree, sólo tiene que ver aquí a la derecha la sección 'Hemos hablado de...'. A día de hoy, la palma se la lleva el sentido de la vida con 27 entradas, pero el siguiente es Ferrari, con 22. Como se pueden imaginar, Ferrari le da sentido a mi vida.

Hace bien poco hablaba con un buen amigo (y compañero) sobre lo que es realmente importante en la vida. Lo que llena el espíritu, la mente y, por qué no, el cuerpo. Por mucho que diga que a mí me basta con el Gran Turismo y mi PS3, todos sabemos que eso no es cierto. Y sí, puede que Ferrari tampoco le dé sentido pleno a mi vida, pero a falta de cosas más entretenidas sin duda ayuda bastante.

SIA es mi vida. Podré estar trabajando en otro sitio, pero para mí seguirá siendo mi casa, porque en ella he pasado muchos de los mejores momentos de mi vida reciente, y porque los que en ella estén siempre seguirán siendo mis amigos.

El lunes, 17 de diciembre del 2007, me comprometí a relatar mi viaje por tierras italianas. Este es el primero de los post en los que, cual Cela por la Alcarria venido a menos, cumplo la promesa que di.

Gracias. Va por vosotros.

[Actualizado] Las continuación de las andanzas de este humilde loco están en la crónica del secondo giorno de mi viaje. Y no olviden que las fotos también están disponibles.

domingo, 9 de diciembre de 2007

De genios y lentos de entendederas

Heisenberg junto a Bohr tomando la posiblemente mejor cerveza del mundoLos que me conocen saben que estos últimos días no tengo la cabeza en su sitio. Entiéndanme, no es que de costumbre suela yo tener la cabeza muy bien ubicada, pero es que cuando las habituales enajenaciones mentales se acompañan de disyuntivas engalanadas con dudas, se hace complicado tener algo claro en la cabeza.

Ya comentaré en su momento, si procede, la inextricable maraña de dudas a las que ahora mismo tengo que combatir (con poco éxito, todo sea dicho); pero antes, como ya he dicho que tengo la cabeza a las 4 de la tarde, hoy voy a hablar de un señor del que hemos oído hablar todos los que pasamos por el bachiller antes de que llegara la LOGSE: Niels Bohr.

Quizás lo más representativo sea que Bohr fue quien planteó la teoría de las órbitas cuantificadas a partir de los trabajos previos de Rutherford. Esto es, que en cada orbital alrededor del núcleo del átomo sólo tienen cabida un número finito de electrones.

Entiéndanme, no es que sueñe con daneses, o que ande desentrañándoles los secretos a los modelos atómicos de principios de siglo. Todo ha venido porque estos últimos días, para ayudarme a conciliar el sueño, he leído un libro llamado Biografía de la física, de George Gamow.

Antes de ensalzar su figura y hablar de algunas de sus aportaciones a la física, Gamow hace un sucinto resumen en el que describe la idiosincrasia de Bohr. En ese resumen Gamow deja perlas como esta:

Probablemente su cualidad más característica era la lentitud de su pensamiento y comprensión.

Curioso cuando menos. Pero seguimos leyendo:

Hacer algo (con Bohr) significaba indefectiblemente ir al cine, y a las únicas películas que le gustaban eran las tituladas "Lucha a tiros en el rancho Lazy Gee" o "El jinete solitario y una muchacha sioux". Pero era penoso ir con Bohr al cine. No podía seguir el argumento y nos preguntaba constantemente, con gran enojo del resto del público, cosas como ésta: "¿Es ésta la hermana del vaquero que mató de un tiro al indio que trataba de robar el ganado que pertenecía a su cuñado?"

Créanme, he intentado buscar qué películas eran "Lucha a tiros en el rancho Lazy Gee" y "El jinete solitario y una muchacha sioux". Puede que la traducción de las películas haya sido especialmente creativa, pero lo más parecido que he encontrado ha sido Romance of the Lazy K Ranch, del año 1910. En cuanto al jinete solitario, la cosa es aún más complicada.

Gamow sigue diciendo:

Otro ejemplo de la lentitud de pensamiento de Bohr era su poca habilidad para encontrar una rápida solución a los crucigramas. Una tarde el autor fue a la casa de campo de Bohr (al norte de Jutlandia), donde Bohr había estado trabajando todo el día con su ayudante, León Rosenfeld, en un importante trabajo sobre las relaciones de incertidumbre. Ambos, Bohr y Rosenfeld, estaban completamente agotados por el trabajo del día y, después de cenar, Bohr indicó, para descanso, resolver un crucigrama de alguna revista inglesa. La cosa no marchó muy bien y, una hora más tarde, fru Bohr ("fru"' significa en danés señora) sugirió que debíamos irnos todos a dormir. Quién sabe a qué hora de la noche, Rosenfeld y yo, que compartíamos la habitación de invitados en el piso superior, fuimos despertados por unos golpes en la puerta. Saltamos de la cama preguntando: "¿Qué hay? ¿Qué ocurre?" Entonces oímos una voz apagada a través de la puerta:"Soy yo, Bohr. No quiero perturbarles, pero quiero decirles que la ciudad industrial inglesa con siete letras, que termina en ich, es Ipswich."

Esto sólo puede querer decir dos cosas: o Bohr tenía muchos amigos insomnes o a los amigos que tenía no les importaba ser despertados con sandeces en mitad de la noche, de lo cual concluimos que esta debe ser una cualidad muy útil si se pasa la noche con mujeres o físicos.

Ya para terminar, vemos este pasaje:

Una vez, ya tarde, por la noche (hacia las once por los relojes de Copenhague), el autor volvía con Bohr, Fru Bohr y un físico holandés, Cas Casimir, de una cena dada por uno de los miembros del Instituto de Bohr. Cas era un experto escalador de fachadas, y a menudo podía vérsele en la biblioteca del Instituto encaramado cerca del techo, en lo alto de los estantes de libros, con un libro en la mano y las dos piernas estiradas a lo largo. Íbamos por una calle desierta y pasamos al lado del edificio de un banco. La fachada del banco, formada por grandes bloques de cemento, llamó la atención de Casimir y escaló dos pisos. Cuando bajó, Bohr quiso igualar la hazaña y ascendió lentamente por la fachada del banco. Algo confusos, Fru Bohr, Casimir y yo, estábamos debajo observando la lenta ascensión de Bohr por la pared. En ese momento, dos guardias de la ronda de noche se aproximaron rápidamente por detrás, dispuestos a la acción. Miraron a Bohr, que pendía entre el primero y el segundo piso, y uno de ellos dijo: "Oh, no es más que el profesor Bohr", y ya completamente tranquilos siguieron su camino.

Bohr era un tío gracioso, sin duda.

Queridos niños: si hace poco decíamos que a partir de los 26 la vida va cuesta abajo, hoy encendemos una vela a la esperanza, puesto que, por tocinos que seamos, siempre hay genios que están más locos.