martes, 24 de diciembre de 2013

De regalos de empresa y otras chanzas


Mi abuelo era un hombre recto y honrado; tan íntegro que si hubiera vivido los tiempos que corren habría tenido que correr a esconderse en una cueva para escapar de las noticias.

Dicho esto, la historia es como sigue: Siendo mi abuelo director de tráfico en una capital de provincia llegaron, en plenas Navidades, a su casa dos jarrones. Sin más, imaginó que eran de la Montesa y, dado que su honorabilidad e integridad no podían ser puestos en entredicho, por las mismas buscó la dirección de la fábrica de Montesa, volvió a empaquetar los jarrones, le pegó la dirección, franqueó el paquete, y lo envió de vuelta.

Tal que por marzo apareció por su casa un amigo de la familia que había sido en su juventud profesor de mi abuela, y que mantenía tal relación de amistad con la familia que por temporadas iba a verles y, aunque dormía fuera, siempre comía allí.

Al llegar a la casa miró y remiró, y le dijo a mi abuela: "Perdóname que te pregunte, pero no veo los dos jarrones que os envié por Navidad".

6 comentarios:

  1. ¿Y no se le ocurrió mirar el remitente? Grande tu abuelo! xD ... ¡Ah! ¡Y Feliz Navidad!!

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  2. ¡364 días después, el misántropo ha vuelto!

    Se nota que es Navidad.

    Un abrazo y felices fiestas.

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  3. Pues espero encontrarme el próximo 2014 muchos post como éste *_*

    ¡Besitos, mius y feliz Navidad! <3

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  4. hay veces tal rectitud puede no ser tan buena idea. Saludos

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  5. muy buena historia, gracias por compartirla. saludos

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